La clínica psicoanalítica cuestiona la noción misma de una entidad que pueda ser denominada «la depresión». Sin embargo, este término persiste, tiene su lugar en el lazo social, invade el discurso cotidiano y los medios de comunicación. Se encuentra en el lenguaje de diversas disciplinas, así como en la palabra de aquellos que vienen a consulta. Frente a esta realidad, el psicoanálisis intenta aportar algunas respuestas de manera individualizada. Considera que la depresión no se refiere a una entidad separada que pueda ser tratada al margen de una estructura clínica específica. 

Los afectos depresivos han estado presente siempre, y en el contexto nacional actual, razones no faltan. Sin embargo no es ese orden nacional lo que determina la relación de los sujetos a sus deseos. Desde la perspectiva psicoanalítica, cada persona responderá a cualquier coyuntura general conforme a su propia trama subjetiva.

Los encuentros con un psicoanalista representan un espacio propicio para que esta  historia puede desarrollarse. El objetivo es que, en cada caso y para cada paciente, se avance en la búsqueda de una fuerza impulsora que guíe sus decisiones, acciones y pensamientos, liberándolo o al menos aliviándolo de ciertas identificaciones. 

Existen una diversidad de hechos clínicos que reflejan distintos modos de funcionamiento, lo cual justifica la necesidad de un enfoque diferenciado en el tratamiento de la depresión, como el que ofrece el psicoanálisis. Frente a los intentos de encontrar respuestas universales, el psicoanálisis propone una solución única e irreductible a cualquier modelo clasificatorio. 

Frente a los intentos de encontrar respuestas, el psicoanálisis propone una fuerza impulsora que da herramientas a sus consultantes para tomar las riendas de sus pensamientos.