Se vienen las “fiestas” y el imperativo de la felicidad no nos da tregua: “tenes que ser feliz en las fiestas”, “las fiestas son para pasarlas en familia”, “la familia siempre unida, y feliz”, “no podes estar triste en las fiestas, justamente, son para festejar”, “dejá de amargarte por tonteras”, “las fiestas tienen que ser perfectas”… Estos imperativos muchas veces son muy crueles, porque, aunque muchas veces las redes sociales nos hagan pensar lo contrario al ser ideales son imposibles de alcanzar en un 100%. 

Para muchas personas las “Fiestas de Fin de año” pueden ser efectivamente una FIESTA, y está genial, pero no todos vivimos estas fechas de la misma manera, ¡y también está bien!! 

Muchas veces estas fechas del año pueden ser una fuente de gran malestar, algunas veces por el estrés que genera su organización, otras porque hacen presente que algo se termina, también sucede que los “balances” de fin de año no son como los esperábamos y algunas veces, estas fechas, nos hacen más presente que aquellas personas que antes estaban y ya no están más, entre otras fuentes de malestar. 

También puede suceder que el malestar aparezca frente a situaciones que no queremos soportar, como tener que juntarnos obligadamente con ciertos familiares con los que no coincidimos más, o que sentimos que nuestro espectro de elección es muy reducido. A su vez, las sensaciones de soledad en algunas personas se acrecientan y muchas veces se tornan insoportables. 

La cuestión está entonces en no “comernos el verso” de que las fiestas son “perfectas”. Sentir este malestar también está bien. Esto no quiere decir que “la cagamos” o que “no sabemos vivir bien las fiestas”, sino que, como todo acontecimiento en la vida, es COMPLEJO. 

Cuando pensamos en estas fechas desde el paradigma de la complejidad podemos aceptar que las cosas no son simples, no es “pura felicidad vs. pura tristeza”. Muchas veces la felicidad y la tristeza coexisten, las contradicciones se nos presentan de manera permanente y no podemos resolverlo todo. 

¿Qué podemos hacer entonces? Una de las opciones es sacarle un poco del peso cultural que tienen estas fechas y vivirlas como una oportunidad más de encuentro. A su vez, hacer “balances” de fin de año no está mal por sí mismo, pero cuando los hagamos intentemos mirar la complejidad de los años que estuvimos viviendo, intentando ser lo menos crueles con nosotrxs mismxs, entendiendo el contexto de las decisiones que fuimos tomando. Por último, pensá que todxs estamos un poco “rotos”, un poco “locos”, un poco “raros”, hay diversas formas de vivir las fiestas y ninguna es más válida que otra. 

Camila Insausti

Lic. en Psicología

MP: 13672