Alto, moreno, parado frente al escritorio con sus desgarbados 13 años , miraba distraído un punto situado detrás de mí. Su mamá, muy joven y amable, se disculpaba por haber llegado así, » a última hora » y me explica :-» Perdón doctora, pero tenemos que presentar un certificado en la escuela mañana a primera hora. Tuvo un problema con los chicos en la escuela. No sé bien que pasó, le pegaron»
-» Sentate sobre la camilla » le pido.
-» No puedo» dice mirando rápidamente a su madre.
Ella me explica:
-» Pasa que se hizo encima, se orino, no pudimos llegar a casa para que se cambie, porque se nos iba a hacer muy tarde. »
-» No te preocupes, le digo , sentate tranquilo »
Cuando al fin se sentó, me acerqué y su mirada aturdida me mostró una soledad que me traspaso el estómago y me cerró la garganta. Con temor a aumentar su dolor, toqué una mancha rosada que tenía en su espalda. – » Ahí también me pegaron »
-» Lo salvó que tenia puesta la campera» dijo su mamá entonces. «Lo salvó…» pensé yo.
Cuando volví al escritorio y comencé a redactar el certificado,una mezcla de pena y de indignación me hicieron preguntar: – » Que va a hacer Ud con el certificado?» Su madre me miró algo desconcertada me dijo:-«Me lo pidió la preceptora. Dijo que no podría ingresar a clase si no llevaba el certificado »
-«¿ Y qué hará la preceptora con el papelito?
-» No me dijo, pero me dio a entender que el colegio puede hacer poco en estos casos «
Nos sentamos a conversar sobre cómo veía lo que había pasado y el fuerte impacto que había tenido sobre su hijo. Entonces él interrumpiendo dijo -» Yo estaba en el aula , estaba solo, no había salido al recreo, de repente entraron los chicos, eran 5 y se pusieron a gritar que era mi cumpleaños, me agarraron de la ropa, me tiraron al suelo y comenzaron a pegarme patadas, creí que no iban a parar, tuve miedo, me hice pis»
Mientras relataba esto, yo miraba a su madre, sus ojos ansiosos no encontraban un punto de referencia. Como si el dolor que había en el relato de su hijo fuera insoportable y no pudiera ser escuchado. Nos quedamos los tres en silencio. Entonces ella dijo:
-» Bueno, gracias doctora, no se preocupe, mañana mi marido y yo vamos a ir a la escuela y le entregaremos el certificado a la directora «.
Me quedé pensando, cuanta soledad hay en el bullying. Qué difícil es para la familia, la comunidad escolar, la sociedad, tan cegada por el existismo, entusiasta de «la ley del más fuerte » el culto al liderazgo, bueno o malo no importa, aceptar que puede ser nuestro un ser vulnerable, que responde a las agresiones con aislamiento y que en un ciclo sin fin ese aislamiento los vuelve más vulnerables. Depositarios de todo tipo de reproches » tenes que defenderte » » si te pegan ,pega vos también » » no podes ser siempre el mismo tonto, que deja que los demás hagan lo que quieran «. Chicos tiernos, con una paciencia infinita, considerados con los demás, que no entienden la violencia porque sí, con una autoestima todavía débil, que merecerían que los adultos identificasemos y nos comprometieramos más.
Silvia Beatriz Mercado
Medica especialista en pediatria
MP 18048
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