Texto científico en el marco de la Mesa Argentina de Psicoanálistas en Formación organizada por el APC.

Encuadre

Entre cambios y Permanencias, con estos términos se ha titulado el espacio de nuestra Mesa Argentina.

Nos preguntamos acerca de lo que hemos vivido y estamos viviendo, en lo referido al trabajo analítico realizado de manera presencial, virtual y/o mixta. ¿Cuáles son los cambios? ¿Cuáles son las permanencias?

La palabra cambio nos remite a un artículo de Freud. En lo transitorio de 1916 el dijo: “la conversación con el poeta, tuvo lugar en el verano anterior a la guerra, un año después estalló esta y robó al mundo sus bellezas, empequeñeció de nuevo nuestra patria e hizo que el resto de la tierra fuera otra vez zanco y ajeno. Nos arrebató harto de lo que habíamos amado y nos mostró la caducidad de muchas cosas que habíamos juzgado permanentes.»

CAMBIOS Y PERMANENCIAS lo acogimos porque nos define en el proceso de tránsito, ya que todavía no acaba, sabemos que pasó pero todavía desconocemos el final, este devenir está trayendo transformaciones en aspectos vitales, donde resalta lo transitorio, lo incierto de la existencia humana y nos confronta con la falsa ilusión de completud como deseo permanente.

Es que muchos de nosotros ahora nos preguntamos ¿Qué configura nuestra identidad como analistas en este nuevo marco? ¿Cómo nos interpela la presencialidad, la virtualidad o su mixtura?

Descubrimos nuevos lugares para realizar nuestra práctica, diferencias y similitudes entre colegas y vivencias que dejan marcas y preguntas en cada uno de nosotros y nos confrontan con diversas miradas respecto del uso de la virtualidad.

Algunos desean volver a la presencialidad como único modo de atención, otros eligen una modalidad mixturada entre lo presencial y lo virtual y, un tercer grupo, elige la virtualidad como modalidad de trabajo.

Lo perecedero, lo que termina, lo que acaba. En este texto Freud profundiza los duelos por las pérdidas de objetos y en la melancolía cuando el Yo se empobrece. Sin duda los duelos son un producto de la pandemia, con ella todos hemos experimentado distintos tipos de pérdidas, muchas pérdidas como la de seres queridos o acompañar a personas cercanas, pero además perdimos muchas otras cosas, perdimos una forma de estar, una forma de ser, una forma de vivir, nos volvimos desconfiados del mundo de dónde viene la amenaza. Nos sentimos amenazados, tuvimos que aislarnos, poner distancia, tuvimos que modificar nuestra forma de funcionar, al principio pensábamos que iba a durar poco pero no conocemos su final y como seran nuestras vidas en la “post pandemia”. Lo transitorio, las transitoriedades también se refiere a lo temporal de procesos de un cambio de un lugar a otro.

“En el interior de los cenotes mayas, al encontrarse el agua dulce con la salada se produce un fenómeno singular que recibe el nombre de la “haloclina”: durante un espacio-tiempo fluido las figuras se ven borrosas, si se agitan las manos se produce turbidez, los buceadores describen una sensación de irrealidad no exenta de inquietud, distinta del antes y el después de ese transcurso, mientras el agua es bien dulce, o bien salada y la visión nítida. Tomamos este fenómeno como una imagen que permite “apresar” el momento-lugar, entre lo que ya fue y lo que todavía no es y lo usamos como modelo visual del espacio-tiempo que se encontraría en el “entre”.

Gracias a que hay cambios, turbulencias, como en los ríos, saltos como el paso del río al mar es donde se dan las transformaciones, ha cambiado el mundo interno del analista, ha habido turbulencias en su interior y para dar claridad a ese mundo interno es necesario la construcción de un encuadre que nos defina desde donde estemos, desde el campo en que apliquemos nuestra práctica porque ahora sabemos que como existe el agua dulce y salada también existen campos virtuales y campos presenciales, y debemos preguntarnos si para ambos sirve el mismo encuadre. Frente a estas transformaciones en el mundo externo, ocurren otras tantas en el mundo interno del analista

¿Cómo pensar las transformaciones en el encuadre, en sus aspectos formal e interno?

¿El cambio es solamente en la forma que se da a los tratamientos pero la estructura dada por el encuadre interno del analista permanece?

¿Es eso lo esencial o hay cuestiones a revisar en el aspecto formal?

¿Qué perdemos cuando no nos encontramos en cuerpo presente?

¿Qué ganamos?

De Urtubey (1999) indica que el tratamiento está delimitado por el encuadre, elemento que permite el desarrollo de la situación analítica en sus límites protectores, marcando la asimetría entre el lugar que ocupan el paciente y el terapeuta y permitiendo diferenciar sus roles durante el proceso. El encuadre es fijado por el analista y debe ser respetado por el paciente una vez establecido el contrato analítico y, en caso contrario, será tarea de análisis develar porque ese rompimiento del encuadre.

La configuración de un encuadre formal es uno de los elementos que confiere identidad al analista, quien lo delimita según el modelo teórico que sustenta su práctica. Esta imagen de sí mismo, junto a la internalización de su propio análisis, sirve de encuadre interno al analista.

El trabajo clínico tradicional ha sido diseñado para implementarse en encuentros entre un analista y un consultante, en el espacio del consultorio, donde se establece una situación analítica que permite a este último expresar su sentir mediante dicha actividad. El contexto actual post pandémico ha enfrentado a las personas a diversos desafíos, ha modificado su cotidianeidad, limitando la movilidad y obligado a la búsqueda de nuevas formas de estar presentes y relacionarse sin poner directamente el cuerpo.

Los analistas nos vimos inmersos en esta nueva realidad, se priorizó el trabajo con el paciente y su necesidad de atención, lo cual interpeló a los analistas en su accionar, los instó a dejar de lado sus miedos e incertidumbres y los llevó a buscar formas de adecuar la técnica en las consultas, proceso que supuso una serie de transformaciones en los modos de abordaje clínicos tradicionales, principalmente en aspectos relacionados al encuadre y en los modos de desarrollar las entrevistas.

 

Encuadre virtual

Para lograr un trabajo virtual enriquecedor existen lineamientos y sugerencias respecto a los elementos clínicos, técnicos y éticos que permitan desarrollar un quehacer profesional responsable y garanticen la protección del consultante durante su abordaje virtual.

Carlino (2020) expresa que la ausencia del espacio físico del consultorio conlleva a que el encuentro este regido por settings analíticos ocasionales que pueden desestabilizar el piso de las resistencias, surgiendo así una mayor espontaneidad y transparencia por parte del paciente, ya que desde diferentes “salsas”, éste puede revelar sus diferentes facetas. Estos ámbitos ocasionales y diferenciados pueden suponer, por ejemplo, que el psicólogo tenga que realizar la sesión desde su propia casa o que el paciente lo haga desde diferentes lugares. Pese a la practicidad de las tecnologías, interesa puntualizar también que aquello que se produce con los cuerpos presentes no sucede cuando los cuerpos no lo están.

En el consultorio se ponen en juego miradas, gestos, ruidos, olores, y se detectan expresiones gestuales del paciente que indican las fantasías ocultas que pueden tener una representación en ciertas perturbaciones del equilibrio corporal, por lo que la interpretación que realiza el analista no es palabra separada del cuerpo. Lo virtual, por tanto, implica por momentos la pérdida de este tipo de manifestaciones corporales que son difíciles de identificar a distancia, y la correspondiente oportunidad de intervenir.

 

Preguntas y reflexiones

En este tiempo de post-pandemia reconocemos que lo remoto vino para quedarse, la diferencia se plantea en que ahora podemos elegir desde nuestra singularidad, si queremos trabajar de este modo o no, ya que no estamos condicionados por el aislamiento de la cuarentena. A partir de ello, nos surge la necesidad de preguntarnos ¿Cómo construir un setting que aloje al paciente en su malestar a través de las pantallas?

Como psicoanalistas sabemos que las realidades no son las mismas, estamos sujetados por nuestro inconsciente, moldeados por nuestra historia y atravesados por nuestro contexto; entonces, cuando para algunos la virtualidad es un peso y representa malestar, para otros, es una alternativa y una solución.

Ejemplos claros de esto se dan cuando notamos que no es lo mismo vivir en una gran ciudad y tener que trasladarse 4 horas para asistir a sesión, que tener el consultorio de tu analista a pocas cuadras de tu domicilio; tampoco es lo mismo para quien por motivos de salud debe permanecer aislado versus alguien que decide permanecer aislado porque le cuesta el encuentro con la otredad; cuando para algunos la virtualidad es una excusa para no conectarse, para otros la virtualidad es una manera de conectarse a pesar de todo; por eso es importante analizar cada situación.

Estas reflexiones nos llevan a pensar en el lugar del cuerpo, la corporeidad, la gravedad de los cuerpos hace que tendamos a aproximarnos y a que nos mantengamos compactados a través de incontables formas de relación entre humanos, entre humanos y otros animales, y entre humanos y sus objetos. La proxémica enseña cómo el cuerpo crea estas relaciones.

“Comunicarse virtualmente implica en primera instancia desaparecer físicamente. Es un hecho innegable, pero la discusión sobre el problema recae en el concepto de virtualidad.. El primer espacio de desaparición es el corporal, un segundo es el espacio territorial, y un tercero, el espacio mundial. Gradualmente, el mundo de la carne y el mundo de la tierra van desapareciendo, piensan algunas mentes. Habrá que reflexionar sobre esa ausencia, que dicho sea de paso encuentra en lo virtual su mayor nicho”3

 

Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo;

mira para atrás todo el recorrido, las cumbres y las montañas,

el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos,

y ve frente de sí un océano tan grande,

que entrar en él solo puede significar desaparecer para siempre.

Pero no existe otra manera.

El río no puede volver.

Nadie puede volver.

Volver atrás es imposible en la existencia.

No hay otra manera, el río no puede volver.

El río necesita aceptar su naturaleza y entrar al océano.

Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo.

Porque solo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino de convertirse en océano. 

Khalil, Gibran

Autoras:

Carina Demarchi

Licenciada en Psicología

MP 9432

Nora Andreotto

Licenciada en Psicología

Mp 3680

Marline Gousse

Psiquiatra Infanto-Juvenil

M.P. 39.879. 

Carolina Baigorria

Licenciada en Psicología

M.P 12362

Eliana Ditomassi 

Licenciada en Psicología

 MP 7982

Bibliografía Consultada

 – Sigmund Freud, Obras completas. – De Urtubey (1999) “El encuadre y sus elementos”. – Bleger (1985) “Temas de psicología, entrevistas y grupos”. – Carlino (2020) “Análisis a distancia”.

3 “Cuerpo y tecnología. La virtualidad como espacio de acción contemporanea” José Alberto Sanchez Martinez